SEAMOS CELEBRANTES DE LA VIDA
“La vida cristiana, para ofrecer un testimonio
completo, debe unir dos estaciones: la del Calvario y la de la Resurrección. Se
llega a la alegría de la mañana de Pascua solamente pasando a través de las
tinieblas del viernes santo. El que queda parado en el Calvario va con retraso
tras el viviente. Y quien salta por encima de la cruz, no podrá jamás reconocer
al resucitado, o sea, a quien lleva las señales de los clavos. Así pues, ¿quién
está dispuesto a comunicar esta noticia de vida?”
Al hilo de estas palabras, la invitación que nos lanza
hoy la alegría de la Pascua es esta: ser capaces de vivir en plenitud, y por
tanto, ser capaces de anunciar al Viviente: Cristo Resucitado. El ha dado
precisamente la vida para que nosotros pudiésemos tener el gusto por la vida.
Para que fuésemos “celebrantes de la vida”.
¿De qué maneras concretas podemos ser hoy nosotras,
Hijas de la Caridad, celebrantes de la vida en medio de una sociedad de
violencia y muerte?
¿Qué caminos seguir para anunciar en nuestras culturas
al Viviente?
Y habrá que preguntarse también: ¿Nuestro anuncio es
de verdad un anuncio de vida?
“Dios es el
Dios de la vida, no de la muerte. Dios está en el centro de la vida, no en sus
márgenes. Su resurrección es una cuestión de vida para todos nosotros. También
nosotros participamos en aquella victoria. También nosotros estamos vivos gracias
al Viviente.”
Pidámosle al Señor Resucitado que sepamos
transparentar su vida y llevar el mensaje del amor de Dios con toda su
diafanía, para que así la humanidad viva, para que así la gloria de Dios sea la
humanidad viviente.
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